Fabricacion Smartphone

Todo empieza en el papel

El ciclo de desarrollo de uno de sus smartphone se mueve entre los 9 y los 12 meses. Es decir, ese es el tiempo que pasa desde que se plantean crear un nuevo móvil, hasta que llega a las tiendas. En ese periodo hay muchas, muchísimas cosas que hacer y el calendario es ajustado.

Por supuesto, ese tiempo puede variar por diversos factores. Por ejemplo, cuando se trata de proyectos en los que utilizan tecnologías o materiales por primera vez, como puede ser una doble cámara, un sensor de huellas o cuando lanzaron por primera vez un smartphone de metal.
Todo empieza en la fase de prototipado, donde se define qué es lo que se quiere crear, las especificaciones generales y el punto clave que tendrá el producto (por ejemplo, un terminal en el que destacará su gran batería/autonomía). Con todos los “ingredientes” sobre la mesa, el equipo de diseño industrial es el que tiene más peso en este punto, ya que son ellos los que empiezan a trabajar en posibles diseños, primero con bocetos sobre papel, y más tarde se pasa al modelado 3D por ordenador.

Con el paso de las semanas se van cribando diseños y seleccionando aquellos que mejor se adaptan a las necesidades de lo que se quiere conseguir, hasta que finalmente hay un diseño ganador. En este proceso juega un papel muy importante la tecnología de impresión 3D de BQ. Aprovechan su saber hacer para plasmar posibles diseños y pequeñas variaciones en algo físico, que transmite sensaciones en la mano y que son imposibles de ver en un papel o monitor, todo en plazos muy cortos y sin depender de una producción externa.

Miles de componentes en capas: la magia del diseño interno

Hasta este momento solo se ha trabajado el diseño externo, las formas y materiales que tendrá el futuro smartphone, pero con esas decisiones tomadas se pasa ‘la pelota’ al resto de equipos de desarrollo y, como nos cuenta Iván, comienza una de las fases más impresionantes e imponentes: la creación del stack o distribución interna de todos y cada uno de los componentes, y el circuito impreso (PCB) del terminal, donde se encuentran miles de componentes.

Por supuesto, el equipo de hardware trabaja en conjunto con el resto de especialistas y, obviamente, en paralelo con los equipos de China: hay que contactar con proveedores de componentes, negociar viabilidad y detalles como la capacidad de producción o si dichos componentes se adaptan a lo que necesitan.
Con proveedores y socios importantes, como Google o Qualcomm, la comunicación con BQ ocurre directamente desde España, pero en juego hay muchos más implicados, como proveedores de pantallas, botones, cámaras, y para que la comunicación sea fluida debe ocurrir directamente en China.
El resultado son los primeros planos de fabricación del smartphone. Se envían a China para iniciar una serie de producciones de terminales a pequeña escala que están dirigidos a pruebas y test.
Durante 2 semanas se realizan más de 15.000 test
La primera tanda es una producción de solo 100 unidades y se envían íntegramente de vuelta a España para iniciar un periodo de unas dos semanas de pruebas y tests intensivos en los laboratorios de BQ. Hablamos de entre 15.000 y 20.000 test entre todos los equipos (hardware, cámara, audio, fiabilidad). Durante estas pruebas pueden existir cambios que salpiquen al diseño, en ese caso se revisa (puede haber variaciones de hasta el 30%) y vuelven a generar unos segundos planos de fabricación.

De vuelta a China, esta vez se produce una segunda tanda ligeramente mayor, de unas 250 unidades, y el proceso se repite. Ya se trata de dispositivos que a simple vista podrían pasar por unidades casi finales, pero en los que todavía hay que realizar cambios y ajustes. En este momento las variaciones pueden ser del 10%, si es superior, habrá que repetir las fases hasta conseguir que los cambios sean mínimos.
En cada fase las pruebas son más exhaustivas
Con todo llegamos a la fase denominada como PVT o ‘Production Validation Test’. Aquí la producción de unidades para test se amplía hasta los 1000 o 2000 dispositivos y además sirve como un simulacro de la producción en masa, por ejemplo, para determinar en qué puntos habría que poner los controles de calidad una vez esté lista la cadena de ensamblaje final.
Las pruebas que se realizan en esta fase ya son mucho más exhaustivas, estamos cerca del final y se realizan test de experiencia de usuario, realizando procesos que una persona normal llevaría a cabo en su día a día con el smartphone.

Además, en los sótanos se encuentran las salas de tortura para los teléfonos, con pruebas de caída libre, test de botones, máquinas que emulan tormentas de arena o lluvia para probar el sellado e incluso un ‘robot’ en el que se emula que nos estamos sentando sobre el smartphone para probar su resistencia a la torsión.
Tras unas semanas por fin se llega a la fase de “Mass Production”, comienza la producción en masa de los smartphones BQ que se alargará durante los 7-8 meses posteriores… pero el trabajo no ha acabado ahí.

El desarrollo del firmware/software y los controles de calidad

Durante la producción de los smartphones se mantienen los controles de calidad y los hay de varios tipos: pruebas de funcionamiento a las que se someten el 100% de los móviles producidos (por ejemplo, que la pantalla táctil responde o la aplicación de cámara se abre), test completos a los que se somete un porcentaje de la producción y en los que se prueba absolutamente todo (como es obvio, es físicamente imposible realizar estas pruebas a las decenas de miles de unidades que salen de fábrica) y, en tercer lugar, pruebas en España.

Cada cierto tiempo BQ realiza pruebas en nuestro país de unidades que salen de la línea de producción. Cualquier cambio a realizar, sobre todo a nivel de firmware/software, se transmite a China para que los smartphones ya salgan con las modificaciones.


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